Este caballero de la comedia, que no blandía espada sino verso, ni asaltaba castillos sino corazones, perteneció a esa ilustre y menguante orden de los cómicos de la legua, que iban de villa en aldea, de corral en plaza, llevando consigo más ingenio que dineros, y más alma que vestidura.
Decíase que en los pueblos por donde pasaba —ya fueran Cebolla o Illán de Vacas, o en los confines de Toledo— las viejas dejaban la costura, los niños olvidaban la honda, y hasta los alcaldes interrumpían el pregón para acudir a verle recitar, cantar y mofarse de los poderosos con el arte del disimulo que solo el cómico avezado conoce.
Mas como todo caballero tiene su desventura, también Paulino hubo de colgar su jubón y dejar la escena cuando el amor, ese amo más fuerte que la fama, lo llevó a la capital del reino, donde abrió horno y vendió pan en el barrio de Lucero. Mas su alma, siempre inquieta, añoraba las bambalinas como el caballero añora la liza, y así retornó al mundillo del espectáculo, aunque los tiempos ya eran otros y los juglares modernos llevaban cámara en vez de tamboril.
Así fue que el buen Paulino apareció como extra y figurante en empresas tales como Juana la Loca: de vez en cuando (haciendo de monje escolta de Quique Camoiras), o como elfo de espada en el Dragón del Lago de Fuego, sin olvidar sus memorables gestas televisivas en el "Un, dos, tres...", donde, siendo "feo" con honra, acompañó en chanzas a Raúl Sender y Bigote Arrocet, más valientes en la risa que cien caballeros de lanza en ristre.
Mas no fue solo actor, sino también padre de estirpe, pues dejó heredero: llamado en los lares digitales superdavitm, quien trocó las tablas por las notas, y las plazas por los podcasts, llevando así la sangre del cómico por otras sendas de arte.
Y así, con pluma de gallina y tinta de calamar —como él decía entre bromas y coplas—, quedó escrita en la memoria la vida del Gran Paulino, cómico de la lengua y del alma, caballero de la risa, cuyo juramento postrero fue:
“Prométeme que esto no caerá en el olvido; que algún día se sabrá quién fui.”
Y así será mientras haya blogs como este, plumas como la nuestra, y corazones que aún sepan reír.