En los albores de la historia sagrada, cuando las estrellas aún susurraban los secretos del universo y las llanuras de Judea cantaban alabanzas al Creador, emergió una figura singular: David, el pastor que se convertiría en rey. No era un hombre ordinario, sino un elegido de Dios, cuyo corazón ardía con la fuerza de un león y cuya fe resplandecía como el oro en el crisol. El Pastor Ungido En una aldea humilde, bajo el amparo del cielo y rodeado por el balido de sus ovejas, un joven de cabellos rojizos afinaba su arpa mientras contemplaba la vastedad del firmamento. Era un tiempo de espera y preparación, pues el destino tejía sus hilos invisibles. Cuando el profeta Samuel llegó, ungió su cabeza con aceite santo, proclamando: "Este es el hombre que gobernará Israel." Así comenzó la odisea de David, quien pasó de cuidar rebaños a liderar ejércitos. El Duelo con el Gigante En el valle de Ela, donde el eco de los tambores resonaba con furia y el miedo ensombrecía los corazones, un...